PRÓLOGO
Estrabismo, en la acepción clásica, designa toda desviación posicional relativa de los ojos. Pero esta definición no puede considerarse hoy satisfactoria, por cuanto incluye cuadros que no pertenecen al síndrome o serie de síndromes que en la actualidad englobamos bajo la denominación de estrabismo, término que retenemos, haciendo caso omiso de su significado etimológico.
Por una parte excluimos todas aquellas desviaciones y que no se ha afectado la normalidad sensorial. Por otra parte, y puesto que lo que cuenta en estrabismo, aparte de la posición estratégica, son las alteraciones de los reflejos automotores y las alteraciones sensoriales, debemos agrandar el cuadro, al objeto de incorporar las funciones de los reflejos automotores y las condiciones que alteran o disminuyen el acto bipolar y que cabe encontrar, siquiera sea infrecuentemente, aún en ausencia de desviación.
Así, para los cuadros que nos interesa estudiar aquí, aceptaremos como estrabismo la alteración, permanente o no, de la función bifoveolar. Esta alteración consiste en una interrupción del acto bipolar con o sin pérdida, facultativa o no, de la dirección visual principal. Al objeto de excluir las alteraciones por causa orgánica podemos hablar de alteración de la cooperación bipolar sin lesión orgánica detectable del sistema visual.
Naturalmente un concepto tan amplio dista mucho de ceñirse a lo que podríamos llamar estrabismo verum, estrabismo enfermedad, inervacional, central, más conocido por la no muy feliz denominación de concomitante, alteración de la organización central de los reflejos binoculares. Este constituiría el estrabismo por excelencia donde todo el arco reflejo se halla primitivamente alterado.
Ahora bien, como consecuencia de una alteración motora, una perversión sensorial, puede ir desde los cambios más leves hasta las perturbaciones más profundas, puede arriesgarse a veces muy firmemente y el conjunto adquirir características similares a las del verdadero estrabismo. De ahí que, si bien puede aceptarse que el concepto de parálisis, aún precoz o congénita, debe siempre distinguirse del estrabismo en el sentido estricto, ya que éste no seguiría a un trastorno motor previo (que no es, pues, aquí causa de la perturbación sensorial, sino contemporánea alteración por una incongruencia de reflejos optomotores), debemos admitir, entre las dos condiciones, una zona limítrofe muy ancha. La extensión de esta es muy difícil de determinar, pero queda ampliamente rebasada por la definición que para esta exposición hemos aceptado.
Al objeto de seguir lo más fielmente posible, lo que ocurre en la práctica clínica, intentaremos describir las características y modalidades del síndrome del estrabismo, encontrándolas a través del examen del estrabismo o presunto estrábico, para discutir luego los métodos de tratamiento.
Hemos prescindido de una introducción anatomo-fisiológica a lo tratado clásico, aún reconociéndola indispensable base para la comprensión de todo lo demás: ello ha sido motivado por el deseo de ceñirnos al título de la ponencia que tan bondadosamente se nos confiara y por la existencia de suficiente literatura reciente, donde el lector interesado hallará información completa (1).
Nos limitaremos, pues, a una que otra referencia o determinados aspectos de las mismas cuando su recuerdo parezca oportuno en relación con ciertas peculiaridades del examen o del tratamiento.
Deliberadamente hemos incurrido en repeticiones, por muy pesadas siempre menos que el rínvio (y que, por otra parte, el lector enterado, sabrá esquivar) al objeto de que los capítulos importantes puedan ser leídos por separado. Nos hemos extendido en la descripción del modus faciendi de algunas técnicas de exploración y terapéutica pleortópticas, aun corriendo el riesgo de abusar del detalle, por estimar que lo más importante era una relación clara de lo que se hace en clínica.
En la primera parte nos ocuparemos del examen del estrabismo y a ella seguirá unos capítulos dedicados a diagnóstico de los diferentes tipos de estrabismo. En estos trataremos, en primer lugar, de los diversos cuadros sensoriales y luego de las alteraciones motoras vinculadas a esta afección, para describir, finalmente, los métodos de tratamiento (1).